14.12.06

Hace un año


Un día te enteras de que estas embarazada, a las 12 semanas te comunican que es una niña y hasta el quinto mes te diviertes mirando escaparates y preguntando cómo será. A partir de ahí, comenzó un embarazo con ciertas dificultades me bajaba la tensión y me caía en la calle, así que pase más de 4 meses casi sin salir. A la semana 38 me dicen que la niña esta colocada de culo, así que había que programar una cesaria. Y el día 28 de noviembre con 39 semanas de gestación ingresé en el hospital. Después de tantos nervios, de tanta preocupación sobre si estaba bien o no, en cuanto me acosté y dormí, con un sueño ligero pero dormí. Me llevaron a quirofano y por mucho que mi marido insistió y pusimos como ejemplo ciertos precedentes, nosotros no somos el Principe Felipe y en las cesarias sólo esta la madre.
El parto fue rápido y de repente tenía enfrente a una niña con el pelo blanco llorando como una posesa. Me entró pánico, fui consciente de que aquel ser iba a depender de mi toda su vida, como yo lo hago de mi madre, mami te lo digo poco, pero te quiero mucho. No era un juguete, sino un ser con su personalidad propia. Era fragil y pequeña. Vino el pediatra y me dijo que estaba perfecta y me dio un papel con todas las instrucciones. Instrucciones que no entendía y según pasaban las horas me entraba más angustia, pero miraba al feliz padre y la tranquilidad de mi madre, eso me relajaba.
Nos dieron de alta en el hospital, que si llora, que si no sabes manejar la mitad de los aparactos que tienes, que si hay un montón de gente dandote consejos a tu alrededor, que si te presionan con la lactancia nunca hay un momento para estar totalmente tranquilos.
Pero el tiempo pasa y un día descubres que todo lo que te rodeaba es humo y que estas en tu casa con tu hija y tu pareja, que soy tres, parece que siempre fueraís tres, que la enanita siempre estuvo ahí. Y comienzas a vivir como una familia, con sus tiempos, con su ritmo, con sus ilusiones, con sus relaciones....SER PADRES ES LO MÁS GRANDE QUE NOS HA PASADO. Nos ha cambiado, somos más felices, nada es tan grave ni importante, es más, nuestros diferentes puntos de vista se han diluido, porque un hijo te cambia tu manera de pensar. Ese ser, que es tan pequeño e indefenso, te hace más combativo, pides que la quieran y que la respeten pero también exiges un mundo mejor con más oportunidades y que la pariedad femenina sea algo real.
Somos conscientes que por nuestra hija lo damos todo y nos enfrentaríamos a cualquiera y a cualquier situación, es comprensible porque ella es maravillosa y nos da alegria cada día y a cada momento.
Ahora que ya tiene su primer año de vida, es cuando mejor me siento en mi papel de madre, porque mutuamente nos compaginamos y nos complementamos. Como cada noche cuando comienza a caerse de sueño y viene a pedirme colo, porque le gusta dormirse en mis brazos. Sólo puedo agradecer su existencia y querer a los que comparten con nosotros el placer de tener un ángel.
Y al orgulloso padre le recuerdo que le quiero y que la peque es nuestro mejor proyecto juntos y no podía ni soñar que fuera tan perfecta, bonita y alegre.
A mi hija y a su padre gracias por llenar mi vida y hacer que cada mañana me levante llena de ilusiones.

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