1.11.11

Un tesoro de niños




Después de un mes de vértigo donde tuvimos días de dormir una hora, volvemos poco a poco a la normalidad. A veces pienso si merece la pena trabajar tanto, mejor es no quejarse que somos unos afortunados en los tiempos que corren.
Hoy quiero dedicarles este post a mis niños que se han portado como unos campeones. Le explicamos que no teníamos tiempo que teníamos mucho trabajo y que necesitabamos que nos facilitaran las cosas. Se han portado estupendamente, ayudando en las tareas de casa, doblando la ropa, poniendo la mesa, se hicieron alguna que otra vez la cena, se acostaban sin protestar, todas los días una sonrisa y un "te quiero mucho", daban ganas de comerselos a besos.
Tengo que reconocer que la profesora de mi hija, aunque ella no lo sabe, nos ha ayudado mucho. Aunque son partidaria de una educación distinta, donde se valore más la creatividad, se trabaje por proyectos y no se tenga miedo al uso de las Tics, la profesora de mi hija sabe trasmitir a los niños y niñas su confianza en sus capacidades, nuestro polvorón tiene la autoestima por las nubes.
Hasta ahora echaba de menos el que por parte del centro educativo se fomentaran ciertos valores para mi fundamentales: el compañerismo, la justicia social, la responsabilidad personal, el compartir,....
Me resulta dificil explicar todo lo que pasa por mi cabeza, así que mejor os pongo ejemplos:
El viernes le mandan deberes de lengua para el fin de semana, se lleva el libro para casa al mediodía y ya no espera, los hace y a la tarde ya los dejo en el colegio. Tiene ganas de aprender, le gusta lo que hace y confia en que lo hace bien. Por otro lado es responsable con su tarea.
Otra cosa que me llama la atención es que cada vez que alguien le dice que va ser su cumpleaños o que llega la navidad, responde: "tengo demasiadas cosas". Me parece una frase tan madura para algo tan pequeño.
El otro día le preguntaron si quería una nueva bici por navidad o por su cumple, porque la que tiene se le está quedando pequeña y responde que "no que todavía me vale la que tengo que la usó muy poco".
Me fije que en el patio del cole todos las niñas tenían un álbum con pegatinas, le pregunté ¿tú no coleccionas pegatinas?, me respondió que "no las necesitaba". Le dije que por casa teníamos algunos álbunes y que podíamos comprar alguna que eso no es caro, enseguida me dijo que "no importa porque si le compraba a ella teníamos que comprarle un álbum y pegatinas para Ander".
Cuando fuimos a comprar las pegatinas, se pasaba todo el rato fijandose de que su hermano tuviera más que ella, porque hay que ser justos y es mejor dar que recibir.
Todos estos cambios creo que son el fruto de los valores que transmitimos a nuestros hijos pero por otro lado desde el colegio se están reforzando.
Este proceso de maduración tiene también sus resultados en Ander quien se pasa el día detrás de ella, imitandola en todo y como ella se responsabiliza y ordena su habitación, él también lo hace, como a ella le gusta tanto escribir, él también lo intenta, como ella dobla la ropa, él hace sus pinitos.
He notado un cambio en los niños desde que empezó el colegio, increible.
La semana pasada los pobres me vieron muy cansada delante del ordenador y sabían que su padre volvía del trabajo de madrugada, asi que para ayudarnos decieron hacer la cena, se prepararon una tortilla francesa, lo único que hice fue estar cerca vigilando más que nada por la vitro. Al terminar de cenar, el primero en recoger los platos fue Ander que nunca se olvida. Durante la cena, mi hija me dijo: "Mamá, voy a sacar muy buenas notas ¿sabes por qué? porque me gusta aprender y yo valgo". Siempre he postulado que la autoestima y las expectativas marcan la diferencia entre la excelencia académica y el fracaso escolar.
Os cuelgo unas fotos de ayer preparando las calabazas del samain.