29.2.08

Borrón y cuenta nueva.

La vida sigue y soy consciente que debo ponerme las pilas aunque me cueste un poco, pero no quiero hacerlo sin antes contaros porque ha sido tan dificil la perdida de la bisabuela y además para rendirle un pequeño homenaje de despedida y que todos conozcais a ese ser único.
La bisabuela Pastora nació en 1910, aproximadamente, en el seno de una familia de cuatro hijos. Digo "aproximadamente" porque su hermana Preciosa ( le iba el nombre, era una mujer pequeñita pero muy expresiva, siempre alegre), contaba la anécdota de que su padre las censó juntas, aunque "tenían la idea de que se llevaban cuatro años", había salido una ley de que si no tenías a los hijos censados te caía una multa, así que las inscribió como gemelas.
Sus primeros años de vida transcurrieron en su aldea natal, trabajando en el campo. Decidió estudiar en casa, "fun un día a escola e a maestra reñiume, e non volvín máis".Era muy coqueta, siempre decía de si misma: "tenía las piernas más bonitas de la aldea y siempre puse tacones". Se casó joven con don Manuel, un hombre guapisimo con un porte de galán. Llegó la Republica y todos sus grandes cambios, pero no para una pequeña aldea gallega, donde la vida seguía igual. Pero a Pastora le encantaba "ler os periódicos de Madrid, decían unhas cousas". Nacieron sus primeros hijos, con los años siempre repetía la misma letanía: "só tiña homes levabame o demo ca rabia, as nenas son dos pais". Cuando estalló la guerra, estaba embarazada de su cuarto hijo, enseguida se presentaron en su casa en busca de su marido para incorporarlo a filas. Pero como aquella era una aldea pequeña donde todos tenían parentesco entre sí, le avisaran de que le iban a buscar, así que el abuelo Manuel no esperó y escapó. Siempre tuvieron claro que fueran cuales fueran las consecuencias nunca matarían a un vecino, jamás llevaría encima un arma. Según la ley del momento, te podrías librar de ir al frente si tenías cinco hijos y tu salario era el medio de manutención de la familia.
Así que durante los tres años que duró la guerra, nacieron los dos hijos restantes necesarios para librarse. Mi abuelo volvía por las noches para casa. Siempre contaba anécdotas de la época: "Os de verde eran do pobo, así que contaban na taberna que era dunha prima as casas que ían visitar, e cando chegaban xa non había ninguén. Despois da guerra mandaron uns de fora e a xente do pobo tiña medo, falabase de cousas horribles que pasaran noutras comarcas e eu escondía os fillos nas cubas do viño valeiras para ocasión. Un día cas presas metín o Pepe nunha con viño, e cando fun buscalo, estaba roxo, roxo e cunha boachea que me costou botala fora, case morre".
En su casa nunca se llegó a pasar el hambre del que tanto se habla, se notaba la escasez de productos pero un plato en la mesa nunca faltó. Aún así tenían afán por mejorar y ella deseaba irse para "vestir de domingo a diario". Un día emigraron para la ciudad.
A pesar de las ganas que tenía y que todos sus hijos casaron en la capital y al fin, nació la primera niña, su nieta, sentía que le faltaba algo y decidieron volver a aquella casa de piedra abandonada por el paso de los años. Su hijo el mayor, un solterón por vocación le arregó la casa.
Después viviría uno de los momentos más dificiles de su vida, su hijo pequeño moría con menos de venticinco años por la tuberculosis. Aquel joven que era un devorador de libros, musico y poeta, que durante años compartieran libros e historias y que le dedicaba poemas de amor a su madre, lo dejaba. El pequeño Ramón sabía que se moría así que reunió a todos sus hermanos alrededor de su cama, jugaron la última partida a la brisca y les dijó "adiós ", se acostó y nunca despertó.
Es curioso como la abuela Pastora nunca le perdonó, decía: "se se coidara, sempre ca chupeta na mán". "A chupeta" es el tabaco, desde la ventana de su habitación a todos los que pasaban, el tio Ramón les pedía un cigarro, siempre conseguía reservas.
Se escondieron las fotos y los recuerdos. En casa de mi padre, hay todavía una gaita artesanal de mi tio Ramón.
La siguiente generación se lleno de niñas, es más, somos cuatro niñas y un solo niño. Para mi abuela ese era el paraiso. Llenaba la casa con todos sus nietos y haciamos obras de teatro, cantabamos villancicos, jugabamos por las terrazas, ....De cada uno de nosotros conocía nuestros vicios y nuestras manías. A mi hermano le guardaba la nata de la leche, a mi prima le traía pan, a mi me preparaba requesón con mucha canela. Y cuando se acababan las vacaciones, siempre nos ibamos después de comer, nos llamaba a escondidas de uno en uno a la cocina y nos daba dinero, "Toma, toma isto, e non llo digas a ninguén". Pobre mujer, entre nosotros nos lo contabamos todo.
De mi abuela lo que más llamaba la atención era que con sesenta y pico años tenía una melena larguisima negra, estilo jipi años 70. En la primera comunión de mi prima, recuerdo que todo el mundo hablaba de su pelo y yo le decía a mi hermano, me encantaría tener su melena y mi hermano me decía "por Dios no". Pasaron más de siete años hasta que descubrí el secreto.
De aquellas mi abuelo acabara de morir. Trabajando se golpeó en una pierna, se cancrenó, se la cortaron pero con la pierna se fue su ánimo y poco a poco se consumía, él no podía estar quieto y rechazó las muletas. Pero al mismo tiempo que él se iba apagando, mi abuela se ponía de negro, se puso pañueleta y zapatillas. Un día se dió con una puerta de un armario de la cocina, enseguida fuí con alcohol a curarla, mi sorpresa fue enorme, lo único que pude decir fue: "abuela es calva", ante la obviedad de mi exclamación me contesto: "Anda nena estas parva desde os vinte anos". Con el tiempo me comentó "Comenzou a caerme pelo antes de ter os fillos, o meu pai gastou cartos en medicos de fora, en remedios caseiros e non sei en cantas trapalladas máis, pero non foi nada, así que mercamos a peluca de pelo natural, das boas, os seus cartos costou".
Aunque la recuerdo hablando gallego castrapo, no siempre fue así, comenzó a hablar gallego cuando regresó a la aldea, al principio para tratar con los vecinos. Después según se iba poniendo más de negro, y camuflandose con el entorno, como su lengua habitual. Es más veía siempre la televisión gallega, leía los periodicos locales, se hizo una forofa del futbol y especialmente celtista. Cada vez era más conservadora y creyente a su manera. Sus últimos 25 años cualquier parecido con la mujer que fue era mera coincidencia. Se convirtió en le prototipo de mujer gallega de aldea.
Tuvo una salud de hierro. Es más, un día la operaron de un ojo, tenía un pequeño desplazamiento del cristalino, se pasó la vida quejandose de que no la dejaran bien, su versión era muy peculiar. "Durante a operación eu non estaba dormida de todo, e oín claramente que lle caera o chan o cristalino ese, es simplemente soploronno e puxeronmo igual. Agoro, noto unhas motiñas de polvo porque non limpiaron ben".
Tenía muchas manías y los medicos eran una de ellas, cada vez que caía iba al curandero a que le colocara los huesos en su sitio. Creía en casi todas las leyendas de muertos gallegas.
Ahora que la recuerdo pienso que murió cuando quiso porque estaba cansada, pero a pesar de vivir en una época tan tumultuosa vivió también como quiso.
Hoy me llamó un amigo de Portugal y me dió la enhorabuena por tener una abuela así. Y es cierto, pero eso no me consuela porque la echo de menos y soy consciente de que la quería más de lo que yo misma era consciente.
A partir de hoy, tengo que vivir con esta sensación de duelo, así que este es el último post que le dedicó no quiero ser cansina y ocupar un espacio que es de niños. Pero este blog me ha servido para sacar lo que llevo dentro que no es otra cosa que un vacio muy grande.
Pastora fue una gran mujer y una buena madre, sólo hay que ver como sus hijos la cuidaron y especialmente como mi padre no se separó de ella en sus últimos años de vida. Y como su hijo mayor, con el que vivía desde que dejó la mar, llora su ausencia como un niño chico que siente miedo. Y el resto la echamos mucho de menos.

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